lunes, 11 de enero de 2010

LECTURA POSTRAUMÁTICA DEL AÑO DE LA GUERRA (1969)

Julio Escoto

MOMENTUM
El 14 de Julio de 1969 fue el día del miedo para hondureños y salvadoreños1.
Rogelio Alvergue y su hermano Rafael transitaban por el centro de San Salvador a las cinco de la tarde cuando un ruido poderoso de motores cayó sobre ellos: a gran altura una mancha de aviones en perfecta formación cruzaba el cielo. “En esos momentos” dice
Rogelio “nunca sospechamos que la flotilla era una de muchas que estaban en camino con la misión de neutralizar a la muy superior fuerza aérea hondureña”2.
Minutos más tarde se producía un apagón general de electricidad, con lo que los presagios que desde antes se venían manifestando, los del inicio de una guerra, parecieron cumplirse. A media noche el presidente de la República, Coronel DEM Fidel Sánchez Hernández, dio parte a la nación sobre el ataque bélico que su gobierno había lanzado esa tarde a las bases
y aeródromos civiles y militares de Honduras.

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sábado, 8 de agosto de 2009

El árbol de los pañuelos


LITERATURA
Libros clave de la narrativa hondureña (VII).

El árbol de los pañuelos
Por José Antonio Funes
«No sé si soy más brujo que mortal o más mortal que brujo o siquiera si soy brujo... o si soy mortal... Porque ese es mi asunto: conocer cuál mitad me dio más parte». Ésta es una de las frases que define uno de los principales temas de El árbol de los pañuelos (1972), novela del narrador y ensayista hondureño Julio Escoto (1944). El tema de la identidad ha sido preocupación recurrente en todos los ámbitos de la cultura latinoamericana. Historiadores, filósofos y literatos han tratado de explicar el ser latinoamericano a través de la búsqueda de sus propias raíces, de sus mestizajes culturales. Ésa ha sido también una tarea de Escoto a lo largo de toda su obra literaria.
El árbol de los pañuelos está basada en el argumento de la novela del hondureño Ramón Amaya Amador (1916-1966) Los brujos de Ilamatepeque (1958), donde se narra la historia de los hermanos Cipriano y Doroteo Cano, dos ex soldados del unionista centroamericano Francisco Morazán, que luego de la muerte del héroe regresan a Ilama, su pueblo, para retomar el proyecto ideológico del derrotado héroe. Estas ideas chocan con dos sectores poderosos: la iglesia y las autoridades municipales, quienes acusan de brujos a los hermanos hasta lograr que éstos sean juzgados, condenados y fusilados en medio de la furia de una población fácilmente manipulada.
Escoto ubica su narración veintitrés años más tarde de este suceso, cuando Balam Cano, hijo póstumo de Cipriano y Eulalia, regresa a Ilama, convertido ya en un pueblo fantasmal, con la idea de vengar la muerte de su padre. La asignación del nombre Balam (‘brujo’ en maya) al hijo de Cipriano no resulta nada gratuita, pues de ese nombre procede el principal elemento problematizador de la novela. La búsqueda de venganza de Balam se va a convertir finalmente en su propia búsqueda a partir de ese ser en constante contradicción de sus dos procedencias (El Balam brujo, indígena; y el Cano, español). En este sentido, resulta también alegórico el énfasis que hace el narrador en la vocación cristiana de Eulalia y la cualidad de brujo de Balam, lo cual plantea un conflicto latente de carácter no solamente religioso, sino histórico-cultural. De hecho, vale señalar que Ilama pertenece a la zona de Honduras donde hubo mayor asentamiento indígena y donde los españoles a través de la evangelización y la colonización ejercieron una fuerte influencia.
El árbol de los pañuelos se vale de la anécdota sobre la muerte de los hermanos Cano como un motivo para construir un discurso rico en símbolos y haciendo uso de las técnicas narrativas modernas (ruptura del discurso lineal, monólogo interior, intertextualidad, ambigüedad entre el mundo onírico y el mundo real). Un elemento intertextual bastante visible es, hasta cierto punto, el paralelo entre la búsqueda de Balam Cano y Juan Preciado y entre el ambiente de Ilama y Comala. Sin embargo, estos sólo son algunos motivos que retoma Escoto de Juan Rulfo, pues El árbol de los pañuelos tiene sus propias señas de identidad y su discurso no deja de ser menos polisémico. El personaje Eulogio, el loco, resulta clave en esta narración pues de su relato, a menudo caótico, surge también el cuestionamiento de la realidad, con sus ambigüedades y alteraciones. Escoto también se vale de paradigmas universales: el tema fratricida de Caín-Abel, a través de la relación Balam y Eulogio; el mito del complejo de Edipo, en la unión simbólica entre Balam Cano y su madre Eulalia.
Afirmar que El árbol de los pañuelos se limita a indagar en el tema de la identidad sería limitar sus múltiples sentidos. El mismo autor ha dado las pistas sobre la intención de su novela: «… hay introspección, búsqueda de las motivaciones, de las causas, de los orígenes de las reacciones del ser humano». Es decir, Escoto va más allá del problema de la hondureñidad, pues a través de la particularidad de Balam-Cano, un ser humano complejo, problemático, tiende lazos hacia el planteamiento de problemas más universales: el fanatismo, la violencia, la intolerancia, la lucha entre el bien y el mal, el mestizaje, el ser humano y la eterna búsqueda de sí mismo.



Cervantes.es
Martes 31 de Marzo, 2009

domingo, 19 de julio de 2009

Oscar Acosta


Poeta, político y diplomático hondureño nacido en Tegucigalpa en 1933.
Residió en Perú desde 1952, donde dio a conocer sus primeras producciones poéticas alejadas del estilo costumbrista dominante hasta entonces en su país. Su primera publicación fue Responso poético al cuerpo presente de José Trinidad Reyes en 1955, seguida luego por Poesía menor en 1957. Residenciado de nuevo en Honduras, continuó su carrera literaria con Tiempo detenido en 1962, Mi país en 1971, y sus antologías Selección 1952-1965 en 1965 y Selección 1952-1971 en 1976.
Cultivó el teatro y la crítica literaria dirigiendo las revistas Honduras Literaria y Extra de Tegucigalpa.
Fue el primer director de la Editorial de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras y fundó en Tegucigalpa la Editorial Nuevo Continente. Es además miembro de número de la Academia Hondureña de la Lengua.
En 1960 recibió en Nicaragua el Premio Rubén Darío, y en 1979 el Premio Nacional de Literatura Ramón Sosa de Honduras. © fuente: amediavoz.com/acosta.htm
Colección de poemas: http://www.artepoetica.net/Oscar_Acosta1.htm

martes, 7 de julio de 2009